- Las relaciones entre iguales son como el corazón -

El corazón da lo que recibe, descansa el mismo tiempo que trabaja y no puede dar si no recibe sangre. Conoce sus límites, y cuando nos excedemos de esos límites emite señales en forma de alteraciones en el pulso, taquicardia, etc. Toma, da y descansa en equilibrio. ¿Qué ocurriría si el corazón diera más sangre de la que recibe?, ¿y si recibe más sangre de la que da? Sospecho que es fácil intuir la respuesta.

Para que haya relaciones tiene que haber intercambio, y las buenas relaciones se basan en un intercambio equilibrado entre dar, tomar y descansar en el intercambio.

Recuerdo el impacto positivo que supuso para mí descubrir el principio de compensación a través de las enseñanzas de Carlos Bernués, allá por el año 2007, que comparto aquí.

Al dar algo, genero un derecho a recibir para equilibrar el intercambio; si tomo algo, me siento obligado a dar algo a cambio. Si esto no se cumple en ambos casos, me siento intranquilo. Si se cumple, me siento en paz. La felicidad en las relaciones se mide por la cuantía del dar y tomar en las mismas. Es decir, por la intensidad en el intercambio.

Ahora bien, cuando se logra el equilibrio y alguien me dio tanto como recibió, la relación termina. Entonces puede darse por concluida o retomarse. Por tanto, dar a propósito exactamente tanto como se recibió o tomar exactamente tanto como se dio implica el fin de la relación. Por ejemplo, si voy a comprar pan y a cambio le doy el dinero al panadero, la relación terminó. Si deseo dejar la puerta abierta a que la relación continúe (por ejemplo, porque hace tiempo que compro ahí y la relación es más personal), además del dinero le digo: “Gracias”. Es decir, le doy el dinero y algo más.

Perturbaciones del equilibrio

Recibir algo me quita independencia porque me siento obligado a dar algo a cambio: me siento en deuda. Hay varias formas en que tratamos de evitar esta sensación:

– Negarse a tomar. Un ejemplo típico es la depresión: negarse a tomar a uno o a ambos padres.

– Dar sin tomar. Por ejemplo, porque me creo superior y con ello niego que quien me da sea igual que yo (el esposo que le dice a la mujer: “yo te doy, te cuido, pero no necesito nada de ti”). Es un patrón observable en altruistas, ayudadores, etc.

– Cuando hay algún defecto o una carga especial. Por ejemplo, una persona se casa aportando un hijo natural, y este hecho no es contemplado en el seno de la pareja: el progenitor pondrá menos en la relación (pues parte de su tiempo, energía, etc., será para el hijo) y el otro tiene que poner más (para la pareja y además para el hijo que no es suyo). Esta situación tiene que ser reconocida.

¿Cómo se solucionan estos desequilibrios?

Mediante el agradecimiento. Agradecer es tomar lo que se nos da y reconocer y amar al otro y lo que el otro significa para mí.

Hay ocasiones en las que no es posible llegar a un equilibrio; la compensación se ha hecho imposible:

– Entre padres e hijos. Los padres dan algo que no tiene equivalente: la vida. Por tanto, los hijos siempre estarán en deuda. La SOLUCIÓN es que los hijos pasen la vida a otros.

– Cuando alguien le quitó la vida a otra persona ya no hay reparación posible (puede quitarse la vida, pero eso no le da nada a quien la perdió). Aquí la SOLUCIÓN es la sumisión y la impotencia.

– Cuando alguien tiene una suerte muy especial o se salva de la muerte. No hay que tratar de llevar al nivel del destino lo que pertenece al nivel de las relaciones humanas. SOLUCIÓN: Tomar la vida o la suerte como un regalo y no tratar de compensar (por ejemplo, con infelicidad, igualándome a los que sí murieron).

La compensación negativa

Si el otro me daña o me produce un perjuicio, igual opera la necesidad de compensación: si la víctima no reclama una compensación, se siente incómoda para continuar con la relación, mientras que el autor siente la obligación. Esta relación también se intensifica a medida que aumenta el intercambio y termina al lograrse el equilibrio: que ambos sufran y pierdan por igual.

Soluciones:

– Vengarse pero devolviendo menos daño del que se recibió. El otro hace lo mismo hasta que hay equilibrio y se vuelve un intercambio positivo. Esto NO SE DA en el caso de hijos con los padres.

– El perdón. El perdón sirve cuando no va hasta el extremo; acepta la reparación y expiación del culpable. Es humilde. No sirve cuando es apresurado y arrogante.

Formas inadecuadas de compensación

El sacrificio, la expiación y la infelicidad son formas inadecuadas de compensación porque son egocéntricas: niegan la relación.

Con cariño, Aga Umpiérrez

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