- La rabia: energía para movernos -

La importancia de reconocer y gestionar nuestras emociones. Una buena gestión de esta emoción nos permite el respeto por nosotros mismos y por los demás. Está detrás de actitudes, estados de ánimo, sentimientos o acciones como la voluntad, la fuerza, poner límites constructivos en pro del reconocimiento, el coraje, la expansión, el placer, la serenidad, la creatividad, etc.

Como hemos ido argumentando en los anteriores artículos, las emociones tienen una función en nuestra vida, ninguna está en nosotros para amargarnos, siempre nos protegen o nos avisan de algo, siempre tienen un importante papel para nuestro organismo y para nuestra salud.

En este artículo vamos a dar unas pinceladas sobre la rabia, una energía que desde mi punto de vista tiene poco reconocimiento y genera poca consciencia sobre ella, con la consecuente gestión destructiva de la misma. A modo de metáfora, es como si tuviéramos la energía de la electricidad y solo la utilizáramos para electrocutarnos o electrocutar al otro, en vez de usarla para hacernos la vida más fácil a nosotros mismos y a los demás.

La rabia es un estado emocional que varía en intensidad y cualidad y va desde la leve molestia, pasando por la irritación y el enfado, para llegar hasta la cólera y la furia, dependiendo de la dosis y gestión que hagamos de ella. Esta respuesta energetiza y modifica nuestro organismo movilizando recursos para emprender una acción. La mayoría de las veces es el “combustible” que utilizamos cuando necesitamos movernos.

Instintivamente, la rabia se da ante estímulos que el organismo interpreta como amenazas para su supervivencia psíquica o física, o para salvar obstáculos que dificultan la satisfacción de una necesidad.

La expresión natural de la rabia se da a través del aumento de la agresividad sentida como fuerza con la que emprender una acción, organizando la conducta y aumentando la competitividad y la motivación para conseguir aquello que deseamos. En otras palabras, sentimos rabia porque lo que vemos y percibimos de la realidad no nos gusta. La rabia nos genera un plus de energía para defendernos ante eso y eliminar los posibles obstáculos que consideramos que perturban nuestra satisfacción o deseos, e ir a la consecución de nuestros objetivos.

Las zonas del cuerpo donde solemos sentir la rabia es en el bajo vientre, también sentimos tensión en la mandíbula y los dientes, fruncimos el ceño, nos cambia la expresión, cerramos las manos y podemos escuchar que nuestro tono y volumen de voz aumentan.

Como indica Javier Vallhonrat Ghezzi en su artículo La Rabia, una perspectiva gestáltica, Fritz Perls (1) distinguió tres formas básicas de fijación en el uso de la rabia.

La primera, “neurosis”, se caracteriza por la inhibición de la rabia, prefiriendo el organismo evitar el contacto agresivo. La segunda, “delincuencia”, se caracteriza por el uso excesivo y disfuncional de la rabia, con la consecuencia de daño hacia el otro o el ambiente. En la tercera, “agresión del Yo a su propio ambiente interno”, la persona que está más influenciada por una emoción opuesta a la rabia, como por ejemplo la amabilidad (aceptada por el Yo como ideal de conducta), percibirá la rabia como un estado peligroso e inaceptable, generándose energía de agresión; en el caso contrario, la persona que está más acostumbrada a la utilización excesiva de la rabia como forma ideal de relación con el ambiente, habrá escindido la cordialidad, la amabilidad o la dulzura de su Yo funcional, generándose asimismo agresividad inconsciente hacia esos polos.


La persona que vive bajo el poder inhibidor de mandatos tragados desde niño, se ha adaptado transformando en muchos casos la rabia en queja. Cuando en el trabajo terapéutico la queja puede volver a transformarse en rabia, la persona siente aumentar su vitalidad. La expresión de la función rabia, que puede ser inicialmente vivida con culpa por la persona, dará paso, con el apoyo terapéutico y la protección afectiva adecuada, al reconocimiento de lo negado; y a medida que se vayan deshaciendo los introyectos (2), aparecerá la responsabilización paulatina de las emociones expresadas.

Perls observaba el efecto paralizador de los introyectos en el resentimiento (rabia no expresada), que se convertía en el principal obstáculo interno para que la persona contactara con sus necesidades y respondiera a los requerimientos del ambiente.

Detrás de una gestión distorsionada y destructiva de la rabia interferida por ideas e imaginaciones limitantes, se pueden generar conductas como el odio, la violencia, la guerra, etc., que nos destruyen y han destruido siempre individual y colectivamente. Tal vez por ello, por la presión social y las ideas distorsionadas sobre la rabia, nos la “tragamos”. Y ya después, no sabemos digerir. Cuando esto sucede, hay un alto porcentaje de posibilidades de que el cuerpo la somatice y la exprese en forma de enfermedades.

En los trabajos psicoterapéuticos que realizo intento acompañar a los pacientes para que puedan explorar, contactar, reconocer, expresar, asimilar e integrar aquellas funciones y contenidos que escapan a su conciencia. Lo hago trabajando las resistencias internas inconscientes de las personas a contactar, reconocer y aceptar su función rabia negada, y aprender nuevos patrones de gestión de esa emoción, para consigo mismo y los demás.

Se ha demostrado que sin agresividad (que no tiene nada que ver con la agresión, ni el ataque, ni la guerra) la persona se queda sin poder movilizar su energía para defenderse, sin fuerza para hacer respetar su propio espacio, sin protección para no dejar que lo pisen.

La Psicoterapia Gestalt y el sistema Río Abierto (3) nos dan buenos enfoques psicoterapéuticos y trabajan para ponerle consciencia a esta poderosa energía, “purificarla” y en consecuencia conseguir que respetemos todas nuestras “partes” y las de los demás.

(1) Fritz Perls es el creador de la Psicoterapia Gestalt.

(2) Mandatos, conceptos, actitudes, etc, que la persona ha tragado sin digerirlos.

(3) Enfoque psicocorporal creado por María Adela Palcos.

Fuente:http://www.escuelagestalt.com/wp-content/uploads/2011/11/La-Rabia-una-perspectiva-gest%C3%A1ltica.pdf

Con cariño, Aga Umpiérrez

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