- Culpable saludable versus inocente enfermo -

El origen de la culpa viene del ámbito religioso y jurídico y también de los códigos que cada familia irradia a sus miembros. La culpa está íntimamente ligada a su polaridad: la inocencia. Soy culpable o inocente si hago las cosas “bien” o “mal”. Este sentimiento surgirá en función del contexto en que me mueva y de a qué actos les atribuya el significado de bien y mal.

Mediante el enfoque de las Constelaciones Familiares hemos podido comprobar que en la familia y en los miembros que la componen puede operar una culpa o sensación de inocencia que no percibimos y que provoca unos efectos destructivos que solo vemos si tenemos la valentía de encararlos. 

Por ejemplo, un hijo empieza a cargar con una responsabilidad de los padres, tal vez “cuidando” a la madre como si esta fuera su hija, e inconscientemente se arroga el lugar de padre de la madre. En este caso, se siente inocente porque lo hace por amor. 

Pero en los efectos podemos ver que en muchas relaciones el hijo fracasa, no está disponible, tal vez para otra mujer, porque se siente “culpable” (que es distinto a que “sea culpable”) por no estar ocupándose de la madre. 

Sin embargo, si ese hijo se ocupa solo de ser hijo y no de cuidar a su madre (yendo en contra del hábito familiar de cuidar a la madre), si sostiene la culpa, tendrá como efecto una mayor salud.

Por eso propongo: Mejor sentirse culpable y saludable que inocente pero enfermo.

Con cariño, Aga Umpiérrez

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